~ REGIONES TRUFERAS ~
Las
regiones truferas de España se encuentran en las siguientes provincias:
Álava, Albacete, Barcelona, Burgos,
Castellón, Cuenca, Gerona, Granada,
Guadalajara, Huesca, Jaén, La Rioja,
Lérida, Navarra, Segovia, Soria,
Tarragona, Teruel y Valencia, y en algún punto aislado de otras
provincias como Zamora y Salamanca, donde su presencia es más
bien testimonial.
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La
trufa negra en
España alcanza valores de entre 2.500.000 € - 10.000.000 € al año,
dependiendo de precios y producciones. La producción trufera
española supone el 50% de la mundial y es uno de los mayores
ingresos que se producen en los montes mediterráneos sobre suelo
calizo.
Los montes y
plantaciones truferas se caracterizan por una fisonomía abierta,
adehesada y con escaso
sotobosque debido a los efectos
alelopáticos
del hongo ("efecto quemado").
Estos llamados
"quemados", "calveros" o "pelados" sirven como indicio para la
búsqueda en el campo de las trufas y son claves para la
gestión silvícola de la especie. Algunas de las sustancias que
segrega el hongo impide el crecimiento de otros vegetales en sus
cercanías, de esta manera se elimina la competencia con el árbol
simbionte del que vive. El tamaño del quemado suele ser proporcional
al de su mata asociada, variando entre 1 y 2 veces el diámetro de su
copa. Un mismo quemado puede llegar a estar en producción de trufa
hasta más de 40 años seguidos.
El suelo donde se
produce el efecto quemado, está más blando y mullido ya que el
micelio de la
trufa mejora su estructura haciéndolo más
esponjoso y favoreciendo la retención de agua.
Se considera que las
trufas pasan por una fase saprofìtica (es decir, que se alimentan de
materia orgánica en descomposición) por lo que al matar las plantas
que crecen en sus cercanías estas se descomponen en el suelo
donde se desarrolla la trufa, aportando así materia orgánica en
descomposición. Algunos recolectores de trufas antes de cerrar
el pozo del cual han obtenido la trufa, meten un puñado de hojas y
hierbas, porque su descomposición favorecerá la producción del año
siguiente.
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La aptitud trufera
de una zona viene determinada por sus condiciones geográficas,
climáticas, geológicas, edafológicas y
bióticas.
En España, las
truferas naturales se citan, de forma general, desde los
300 hasta los 1.500 metros de altitud,
aunque por ejemplo en Navarra se las encuentra entre los 100 -
1.000 m. y en la Comunidad Valenciana desde los 800 -
1.400 m.
En el norte de la
Península Ibérica, la trufa prefiere exposiciones oeste y sur,
nunca norte. Aunque cuando nos dirigimos hacia el sur, existe
una tendencia hacia exposiciones más umbrosas. Así por
ejemplo en Castellón hay más truferas en orientaciones sur,
mientras que en Valencia las truferas prefieren las
orientaciones norte.
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El rango ideal de
pluviometría para una trufera natural en nuestra península está entre
los 600 - 800 mm/año o entre los 500 - 900 mm/año,
aunque, por ejemplo, la precipitación anual registrada en las
truferas naturales de Soria oscila entre 425 - 650 mm y en
Valencia entre 485 - 843 mm. Para algunos autores el límite
inferior estaría en 300 mm/año.
Geológicamente, para
la trufa son preferibles los terrenos del Secundario - Mesozoico:
Triásico, Cretácico o Jurásico, con preferencia
del Jurásico superior, aunque también son aptos los
sustratos aluviales de la época del Cuaternario.
La trufa se desarrolla
sobre
suelos calcáreos de entre 10 - 40 cm. de profundidad.
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Hasta la
década de 1980 la
trufa negra silvestre representó prácticamente el
100% de la producción Española. Entre 1965 y 1975 se alcanzó el
máximo de producción trufera con 100 Tm./año. Los montes truferos
han ocupado en España entre 500.000 y 1.500.000 Ha. En el año 2002
el Ministerio de Agricultura señaló una superficie trufera natural
para España de 10.807 Ha.
El declive acusado y
generalizado de la producción trufera silvestre, según los
expertos, ha sido causado por un aumento de la espesura del monte
trufero, sobreexplotación (el aprovechamiento intensivo impide
la dispersión de esporas) y las malas prácticas en la recolección.
Otras causas que han
podido influir son el cambio climático, traducido en una disminución
de tormentas estivales, aumento en las poblaciones de jabalíes que
consumen este hongo y causan daños en el sistema productivo de la
trufera con sus hozaduras, y el aumento notable de los incendios
forestales.
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La
producción de la trufa negra silvestre, ha sufrido una importante
disminución en las últimas décadas. La promoción de su cultivo
mediante plantaciones con árboles inoculados por el hongo
puede ser una solución viable a la creciente demanda de este
producto que hay en el mercado y además puede ser una actividad
complementaria o alternativa a la actividad agraria tradicional
en aquellas regiones favorables a su cultivo.
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En
España, las primeras plantaciones se produjeron a principios de las
años 70, importando plantas francesas. A partir de la década de los
80 comenzaron a surgir las primeras empresas españolas que producían
las plantas. Desde entonces la superficie del cultivo de trufas ha
ido en aumento y se estima que actualmente hay unas 6.000 Ha.
Las
plantaciones se pueden hacer en terrenos agrícolas que tengan unas
características especiales, por lo que primero hay que asesorarse si
el campo es apto para su cultivo. Cultivar trufa, consiste en
realidad en hacer una plantación de árboles inoculados con el hongo
que queramos posteriormente recolectar (árboles
micorrizados).
La selección de los
árboles 'huésped' es muy importante y estará en función del tipo de
terreno de que dispongamos. En el mercado existen plantas inoculadas
disponibles de
encina,
roble,
avellano,
jara y
coscoja (éstas
son las más habituales).
En España los mejores
resultados se están obteniendo con las dos razas principales de la
encina: Quercus ilex subsp. ilex y
Quercus ilex subsp. ballota, y en menor medida
con los robles Quercus faginea y Quercus
pubescens. Para el cultivo de la
trufa negra, parece
desaconsejable la plantación con avellanos, especie mucho más
receptiva a
micorrizar con la
trufa machenca (Tuber brumale)).
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La planta 'huésped'
deberá tener un porcentaje de micorriza de
trufa negra
superior al 30%, y no podrá tener ninguna micorriza de otro
hongo perteneciente al género Tuber .
Es muy importante
asegurarse de la calidad forestal de la planta que compremos, que
deberá ser óptima, siendo muy aconsejable (en la medida de lo
posible) llevar a analizar la planta a un laboratorio, ya que los
servicios de certificación son muy limitados.
En cuanto a la preparación
del terreno, es importante hacer una labor profunda (sin mezclar
horizontes) para favorecer el drenaje y la aireación, y también una
labor superficial para nivelar.
Los marcos de plantación
más utilizados actualmente son los que consiguen una densidad de 250
- 350 plantas/Ha (marcos de 6 X 5 ; 6 X 6; 7 X 5; 7 X 7 ). Básicamente la
densidad de plantación dependerá fundamentalmente de la fertilidad del terreno (la densidad será menor en suelos más fértiles)y de las previsiones de las labores de mantenimiento.
La plantación se hará,
según la climatología de cada región, a partir de noviembre hasta
marzo o abril si hay problemas de heladas tardías (algunos autores
desaconsejan las plantaciones en otoño).
Un análisis previo del
suelo nos dirá si hay carencias de nutrientes, en cuyo caso debemos
compensar mediante aporte de fertilizantes. Los abonados
nitrogenados son perjudiciales, mientras que el abonado con
fosfatos puede favorecer la formación de
micorrizas.
Es recomendable regar
regularmente los primeros años hasta que se establezca el sistema
radicular. En caso de no poder regar, se puede acolchar con varios
materiales, pues no parece ser desfavorable para el mantenimiento
del hongo, aunque si es desaconsejable conservarlo de forma
prolongada.
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Es
conveniente también realizar podas para limitar el
crecimiento del árbol y su sistema radicular, corregir anomalías en
el porte, aumentar la luz que llega al suelo, facilitar la recogida
de la trufa y la instalación de un sistema de riego.
Se
recomienda podar todos los años durante la fase de parada
vegetativa, y darle a la copa del árbol una forma de cono invertido.
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En
climas más calurosos, la poda se haría de forma contraria,
conservando las ramas de la parte baja más largas para sombrear el
suelo y moderar así las variaciones de temperatura.
Las
primeras producciones no surgirán hasta pasados 7 u 8 años. Cuando
la plantación llegue a los 25 - 30 años estará entonces en "plena
producción".
En la comarca de
Abejar, en Soria, se encuentra la plantación más extensa
de España de encina micorrizada con
trufa negra, contando con más
de
500 Ha. de extensión.
En el valle de Metauten, en la sierra de Lókiz, comarca de Urbasa - Lókiz - Estella
(Navarra) se encuentra el "Museo de la trufa".
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