El vino de uva: este caldo ancestral
obtenido del fruto de la vid fermentado, tiene una historia casi tan larga
como la Humanidad. De siempre se utiliza en prácticas religiosas o que hacen
referencia a temas sobrenaturales. Hay referencias en textos tan antiguos como el propio
Antiguo Testamento, así como restos arqueológicos de vasijas y utensilios
que denotan que se elaboraba ya hace muchos siglos. Roma y su Imperio
se surtían de nuestros caldos desde que se establecieron en nuestra piel de
toro, entre los que hay que destacar los que se producían en Sagunto
(Valencia). El vino se obtiene básicamente de dos tipos de uva:
blanca y
tinta. Cada una de ellas tiene sus peculiaridades, así como los caldos
obtenidos, y también las diferentes combinaciones de ambas. Los
diferentes tipos de vino se obtienen a partir del tipo de
uva
empleado y de su mezcla con otras variedades ('coupage'), del tipo de
fermentación, de su
envejecimiento, etc.
La responsabilidad sobre la calidad del vino obtenido está
basada también en los
buenos profesionalesenólogos (cada vez más abundantes y preparados)
que establecen el tipo o los tipos de uva a emplear, de acuerdo con la
trayectoria climática de la cosecha del año, el análisis de la uva obtenida
en cada cosecha, la proporción de su mezcla (si
la hay), el tipo y duración de la fermentación (total o parcial, natural o
con ayuda de algún gas) y, por último, el envejecimiento (en tonel, en
barrica, en
botella, etc.) y la duración del mismo.
Además, debemos citar los
vinos varietales, creados
con las uvas pertenecientes a una sola variedad, los vinos de hielo,
creados con las uvas recolectadas en
invierno a baja temperatura, los vinos de boutique,
elaborados artesanalmente y a veces bajo pedido,
etc.
Normalmente está establecida la consideración de vinos jóvenes para aquellos que han
sido embotellados al finalizar su fermentación. Presentan la personalidad
propia de las variedades empleadas y son aromáticos. Se suelen tomar
ligeramente fríos (entre 12º y 15º) para resaltar sus cualidades y se consumen durante el
año posterior a su embotellamiento.
Los vinos de crianza
han pasado un tiempo mínimo en madera (unos 6 meses mínimo) y botella (de
uno a dos años). Presentan matices aromáticos más complejos, han
desaparecido los aromas primarios, y deben tomarse entre 16º y 18º de
temperatura. Su consumo está recomendado
entre los 3 y 8 años después de su salida al mercado. Casi todos los crianza son tintos, aunque hay algunos blancos.
Los vinos de reserva son los que han estado como mínimo un año en
madera y
hasta tres años en botella. Los grandes vinos deben consumirse a unos 20º de
temperatura.
Los vinos de gran reserva
normalmente
han estado como mínimo dos años en madera y hasta cinco años en botella.
Para todos ellos la temperatura de conservación debe ser algo
inferior a la de consumo y cada vino requiere una temperatura muy
individualizada. Las referencias de temperaturas de almacenamiento y de consumo son solamente orientativas.
La temperatura de consumo debe ser a la que se debe mantener la botella unas horas antes
de su apertura.
Como es lógico, cada vino aporta unas características únicas al
paladar que determinan con qué alimentos combina mejor, teniendo en cuenta
que tampoco hay 'leyes' para estos maridajes y que cada
uno debe combinarlo con lo que mejor le parezca o agrade.
El enoturismo,
cada vez más popularizado, pretende acercar al gran público a la producción
y consumo del vino, tan beneficioso para la salud en
consumo moderado, así como a toda la cultura que existe alrededor de
su producción agrícola y popularización.
Nuestras referencias y los temas tratados están tomados de
innumerables publicaciones y páginas web dedicadas a este fascinante mundo
y, como siempre, nosotros enlazamos los conceptos, los nombres propios, etc.
a la Enciclopedia Libre Wikipedia, que es nuestro gran referente para
tantos temas, a la que deseamos de nuevo larga vida y un crecimiento
continuado e imparable.